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septiembre 27, 2010

Principios Masculino y Femenino en el proceso Creativo - por Eva Pierrakos


El funcionamiento de los dos principios fundamentales


Hay dos principios fundamentales a partir de los cuales funciona el proceso creativo. El primero es la activación, el otro es el principio de no interponerse en el camino y permitir que las cosas sigan su propio curso. Estos dos principios creativos existen en todo el universo y se manifiestan en todas las cosas de tu vida. Controlan todo lo que sucede deseable e indeseable, importante o banal, desde el suceso más pequeño y mundano hasta la creación del universo. Si lo que se crea ha de ser constructivo, fructífero, alegre y placentero, entonces estos principios deben interactuar de manera armoniosa, deben completarse. Si lo que se crea es destructivo, doloroso, vergonzoso o triste, los dos principios también deben estar trabajando, pero en este caso lo hacen de manera distorsionada e incomprendida. En vez de complementarse, interfieren el uno con el otro. En vez de que configuren una totalidad unidad, un cierto dualismo los convierte en opuestos mutuamente excluyentes. Cuando se reconcilian los dos lados de la dualidad, entonces las dos fuerzas aparentemente opuestas trabajan juntas hacia una meta.

La dualidad en contra de la unidad es una situación que se manifiesta en toda la creación: siempre que una entidad es sacada de su centro y por lo tanto está sumida en la ignorancia y el error y aparece la dualidad.

Todo el globo terráqueo, especialmente la conciencia humana, se encuentra en el estado dualista, de modo que todas las funciones creativas perceptibles se encuentran divididas. El proceso creativo también se encuentra afectado por el estado dualista de la conciencia humana.

Los dos principios fundamentales de la creación, activar y dejar que las cosas sigan su propio curso, son leyes universales presentes en todo lo que ha sido creado. No se trata de leyes mecánicas como las de la gravedad. Todas las leyes, incluyendo a las leyes físicas e impersonales, surgen de, a través de y por la conciencia, y tienen que haber sido creadas por la combinación de estos dos principios fundamentales. La creación directa, con sus leyes específicas siempre es una expresión de la conciencia, pues todo en la creación sólo puede ser resultado de la conciencia.

No importa si la conciencia surge de un cerebro individual o de una persona o si la conciencia es el gran espíritu universal que impregna toda la vida. El principio es el mismo. Tu actitud consciente expresa si activas o no y dejas que las cosas sigan su propio curso o no. Estos dos principios y sus papeles requieren de un profundo análisis.


EL PRINCIPIO MASCULINO
Activar significa que la entidad consciente deliberadamente busca, pone en movimiento, se mueve hacia, causa, determina o usa estas fuerzas voluntariamente llamándolas a la acción y quitando cualquier obstáculo que pudiera surgir. El esfuerzo y la perseverancia son parte integral del poner las fuerzas creativas en acción. Esto es un hacer de manera activa. Podemos llamarlo el principio masculino dentro de la creación. La actitud de “permitir que las cosas sigan su curso" significa ser receptivo y esperar. También es un movimiento, puesto que todo lo que está vivo debe moverse. Pero este tipo de movimiento es muy diferente de aquél del principio activador. El principio activador se mueve hacia afuera dirigiéndose hacia otro estado, mientras que el ánimo de permitir que las cosas sigan su curso es un movimiento dentro de sí mismo, es un movimiento involuntario de pulsación. El movimiento de activación, en cambio, es deliberado y auto-afirmativo. Las palabras son insuficientes para explicar estos hechos así que tendrán que escuchar con su oído interior y utilizar su imaginación y sus facultades más profundas para percibir lo que les estoy diciendo.


EL PRINCIPIO FEMENINO
La actitud de permitir que las cosas sigan su curso está sostenida por una actitud de esperar paciente y confiada, en permitir que el proceso madure hasta fructificar, en someterse a las fuerzas que están en movimiento. Éste puede ser llamado el principio femenino de la creación. Tal como dije antes, los principios masculino y femenino existen en cada tarea y en cada creativo. El acto auto- afirmativo y voluntario expresa confianza en sí mismo y conocimiento de la propia naturaleza divina. El aliarse a las fuerzas creativas, sometiéndose a ellas, muestra una profunda confianza en la vida y en el estado del ser que no requiere ni un ápice más de movimiento que la activación de los poderes en los que uno confía.

Todo lo que funciona bien en el universo, desde las más pequeñas manifestaciones de la vida mundana, combina estos dos aspectos de la vida y de la conciencia. Nada puede crearse sin que estos dos principios actúen. No es posible que se realice ninguna unión entre los dos sexos a menos que de estos principios funcionen de la manera en que deben hacerlo. El placer supremo es posible en la medida en que estas actitudes sean sanas, y hasta el nivel en el que la confianza en uno mismo y en la vida permita que ambos principios se manifiesten.

Tanto los hombres como las mujeres representan ambos principios, solo cambia su organización, énfasis, grado, proporción y relación del uno con el otro. El hombre sano e integral no representa exclusivamente al principio activador, del mismo modo que la mujer sana e integrada no sólo representa al principio de permitir que las cosas sigan su curso.

Los hombres y las mujeres deben expresar ambos aspectos pero el énfasis de cada uno difiere y las áreas en las que los dos aspectos creativos se manifiestan también son diferentes. Una vez que empiezas a pensar en esto y a mirar la vida con este nuevo enfoque que reconoce a los dos principios en su funcionamiento, verás y comprenderás mucho más acerca de la creación misma y acerca de los sucesos del mundo. Ya sea que abras un negocio, que inicies una relación con otra persona, que seas el creador de tu destino o de un universo, todo dependerá de la medida en la que comprendas y utilices de manera armoniosa los principios creativos masculino y femenino y qué tan consciente seas de ambos dejándolos que surjan de ti.

Cuando estos principios creativos se distorsionan y se les utiliza de manera equivocada generan confusión y falta de armonía. El resultado no puede ser más que la destrucción.


DISTORSIONES DE LAS FUERZAS CREATIVAS MASCULINA Y FEMENINA
Un hombre no puede atreverse a ser completamente un hombre y a activar la fuerza creativa de manera deliberada y voluntaria mientras su inconsciente se encuentre aún sumido en la hostilidad, el coraje y la cólera, pues en ese caso el principio activador amenaza con expresar esos impulsos destructivos. Existen muchos hombres y mujeres en el mundo que todavía están tan poco desarrollados que no tienen el menor recato en expresar sus impulsos destructivos. No les importa activar el principio masculino aun cuando lo hagan para hacer surgir actos violentos y negativos.

Sólo cuando se avanza en el desarrollo interno y el individuo ya no desea expresar la violencia y la destrucción, él o ella podrá asustarse ante su propio principio activo y retenerlo. Es por esto que no puedes ser enteramente un hombre o una mujer a menos de que establezcas una buena relación con tus emociones y tus deseos negativos. Cuando por fin los enfrentas de lleno, pierden su poder. Mientras no seas consciente de su existencia, te controlarán y te obligarán a actuar de acuerdo con ellos sin que siquiera puedas darte cuenta de lo que haces ni de por qué lo haces. En ese caso tal vez darás explicaciones racionales a su existencia o harás que su destructividad se vuelva en contra tuya por el temor de dejar salir el principio activo y tener que cosechar sus semillas negativas. Así durante una etapa de transición dentro de la evolución, la gente se abstiene de utilizar el principio activo pues cualquier activación estaría basada en la negatividad.

Esto explica por qué tanta gente está paralizada en la inactividad y el estancamiento. Temporalmente la gente se retiene para evitar una mala utilización del principio creativo. En consecuencia, una activación sana, la auto -afirmación y la autonomía también se encuentran suspendidas y deben esperar que se les suelte una vez que la personalidad se ha asentado y ha dominado sus problemas con su naturaleza destructiva. La gente tal vez tiene que aparecer muchas veces en este plano terrestre para que se vaya redituando la intensidad de sus fuerzas activadoras con el fin de que dejen de expresar una forma distorsionada del principio creativo activador.

Sólo cuando tengan el valor y la honestidad de ver y aceptar las emociones y los deseos dañinos que viven en su interior, sólo cuando las comprendan y las evalúen totalmente podrán ver sin duda alguna que son medidas defensivas innecesarias que no sirven para nada más.

Conforme esos sentimientos se vuelven obsoletos y ya no tengan que estar en guardia contra sus reacciones espontáneas, podrá actuar libremente en su interior el más grande poder que hay en el universo. Entonces ya no temerán ese poder, pues estará libre de toda contaminación, perversión o distorsión, y podrán exigir algo en su derecho desde que nacieron, la utilización de sus propias fuerzas creativas.

Suele suceder que alguien esté suficientemente limpio de distorsiones destructivas como para utilizar sus poderes internos sin riesgos, pero el viejo hábito de retenerse está tan firmemente arraigado que la persona puede inútilmente abandonar el uso de su principio activador al no ser consciente de que no corre riesgo alguno al hacer uso de él. La destructividad que aun existe ya no es peligrosa porque ya es bastante consciente. La persona está lo suficientemente alerta para impedir que la destructividad la controle y origine acciones negativas. Sin embargo, todavía no sabe que con el mismo poder con el que puede manejar las agresiones que todavía existen, también es capaz de utilizar las más grandes fuerzas del universo que se encierran dentro de su ser.

Cuando, por fin, uno se conecta con su parte divina, entonces puede utilizar el poder activador para crear las circunstancias de su elección. Así que debemos diferenciar entre los que acertadamente controlan su actividad creativa porque tienen un miedo justificado a los componentes negativos del mismo, y aquellos que la controlan simplemente porque no saben que tienen un potencial positivo. Estos últimos son como alguien que ha estado dormido por mucho tiempo y, que al despertar, desconoce el poder de sus facultades y las posibilidades de su desarrollo.

El principio masculino tiende hacia el exterior y conduce a acciones generadoras de consecuencias. La acción que sigue a la fuerza conductora construye, afecta, provoca y determina activamente. Cuando la persona está completamente consciente de que ya no necesita fuerzas destructivas y, por lo tanto, ya no les teme, también empieza a descubrir que es capaz de crear. En este momento la gente cubre los poderes que existen dentro de ella y se percata de que su mente puede activarlos. El principio femenino de la receptividad, de dejar que las fuerzas activadoras funcionen como deben para fructificar, se distorsiona cuando la entidad se rehúsa a asumir su responsabilidad.

El principio creativo femenino se pervierte cuando al hacer a un lado la auto-activación uno se somete a la autoridad de otra persona en lugar de someterse a sus propios poderes internos activados.

De la misma manera, una mujer que le entrega su autonomía a su pareja porque tiene mucho miedo y pereza de asumir las consecuencias de sus actos, construye una caricatura o una parodia de la feminidad. Su sometimiento no está motivado por el amor y confianza en su pareja y su meta no es experimentar el éxtasis mediante la unión de los dos principios creativos en esta manifestación en particular. En cambio, se somete sólo por su temor a la vida, rehusando asumir sus obligaciones.

Este tipo de rendición o abandono no puede traer nada favorable para ninguno de los dos. Pero no se puede engañar a la vida. El resultado es que tan sólo aumenta su miedo a la vida, lo mismo que su miedo al hombre que supuestamente debe ser su autoridad. Seguramente teme la esclavitud que ella misma ha creado.

Es así como el principio femenino o la feminidad a menudo se asocia erróneamente con el desamparo, la pasividad y la inferioridad, mientras que el principio suele asociarse equivocadamente con la fuerza bruta y la superioridad. Del mismo modo, un hombre no puede ser realmente un hombre si no está libre de la destructividad y dispuesto a dejar que el principio activador funcione a su manera.

Dicho de otro modo, debe seguir al principio femenino con el fin de poder activar completamente al masculino, al igual que una mujer íntegra debe activar el principio masculino para entregarse al femenino.


LA INTERACCIÓN ARMONIOSA
Esta interacción entre hombre y mujer expresa los dos lados del poder creativo de una manera muy obvia. La unión de los sexos es satisfactoria en la medida en que los dos lados estén en armonía al interior de cada uno de los miembros de la pareja. La armonía entre ellos sólo se establece cuando se cumple esta condición. Es correcto que un hombre tema a sus fuerzas activadoras mientras no es consciente de su destructividad y por lo tanto no la puede controlar, lo mismo que una mujer puede temer la entrega total mientras se sienta desamparada por la razón distorsionada que sea. Si no posee sus poderes intrínsecos, la entrega puede ser debilitadora y peligrosa.

Dado que los hombres y las mujeres expresan los principios tanto masculino como femenino, ambos tienen que limpiar sus poderes activadores de violencia y de hostilidad. Y los dos tienen que reconocer que la causa de todo lo que les sucede se encuentra en su ser, en vez de culpar a los factores externos por su sufrimiento. Al trabajar sobre sí mismos dentro de un camino de auto- transformación, hombres y mujeres pasan a través de patrones idénticos del ser inferior. Encuentran su falsa de agresión, hostilidad, violencia, sobre- actividad, impaciencia y negativa a esperar que fructifiquen los poderes. También encuentran su falsa receptividad y su falso permitir el curso de las cosas, esto es, su negativa a reconocer su responsabilidad, su pereza, su tendencia a seguir el camino del menor esfuerzo.

Una de las maneras de evadir la responsabilidad consiste en encontrar una autoridad que se encargue de ella. Hombres y mujeres deben trabajar sobre los mismos problemas, pero su interacción se realiza en un nivel complementario y no igual. No es posible alcanzar la realización personal si no se convierten en hombres y mujeres íntegros en el sentido más profundo de la palabra. Es por esto que los problemas humanos siempre tienen que ver antes que nada con la relación entre los dos sexos. No importa qué otros problemas tengan los seres humanos, siempre están, al menos indirectamente relacionados con su masculinidad o su feminidad. La expresión y el manejo de los principios creativos masculinos y femenino permea toda su personalidad.


EL PAPEL DE LOS DOS PRINCIPIOS EN LA REALIZACIÓN DE CUALQUIER TAREA
Tomemos un ejemplo en el trabajo. ¿Cómo pueden tener éxito en el trabajo si su principio activador está ausente o apagado y ustedes no son lo bastante emprendedores y sanamente agresivos, o si no saben activar sus poderes creativos y los retienen? ¿Qué sucede si los dejan salir, pero las fuerzas activadoras son hostiles y antisociales? En ese caso inevitablemente tendrán problemas con su entorno, independientemente de sus capacidades profesionales. Si falta el espíritu amoroso no desearán contribuir a la vida con, ni a través de su trabajo. De modo que no podrá haber nada creativo en él y los poderes espirituales profundos no se manifestarán. Si, a pesar de todo, desean enriquecer la vida, podrán con seguridad enriquecerse a través de su actividad, sin sentirse falsamente culpables por su sana agresividad. La activación creativa se encargará de servir a los dos de manera equilibrada, enriqueciendo a los otros y al ser en todas las maneras posibles.

¿Y cómo sería posible que lo activado madure si el principio creativo femenino no puede funcionar dejando que las cosas sigan su curso, esperando que fructifiquen mediante la confianza en las fuerzas puestas en acción? Sus poderes intuitivos llegan a su conciencia sólo cuando el espíritu receptivo de permitir que las cosas sigan su curso prevalece después de la activación. Entonces pueden dejarse guiar de acuerdo con la más alta sabiduría, la de la inspiración creativa indispensable para el éxito de cualquier trabajo. Esto también consiste en dos aspectos: la inspiración debe ser activada deliberadamente por la mente, pero la mente debe permitir que fluya libremente para que se manifieste sin su interferencia.

Las leyes que estoy señalando aquí son válidas dentro de cualquier tarea o realización. Ya sea que hagan trabajo doméstico o que trabajen como artistas, científicos o cualquier otra cosa, la ley es siempre la misma, aunque la proporción en el que estos principios funcionan puede variar.

Si uno de los dos principios funciona de manera sana, el otro debe estar igualmente bien. No es posible que uno esté sano y el otro esté distorsionado. De modo que el hombre que tiene dificultades para poner a funcionar su activación dentro de un área específica de su vida, seguramente tiene problemas para permitir que las cosas sigan su curso y dejarse llevar, en otra.

A la vez sería falso pensar que el hombre que no es suficientemente activo y agresivo, lo es en todos los aspectos de su personalidad. Inevitablemente descubrirá un área en la cual es hiperactivo, excesivamente masculino, y precisamente ahí es en donde debería funcionar el principio femenino. La distorsión es una compensación por la poca actividad en el sitio en donde debería ejercitar su fuerza activadora masculina, pero no lo hace.

Inversamente, un hombre que expresa una forma exagerada del principio masculino debe encerrar áreas en las que es demasiado pasivo y que expresan su principio femenino distorsionado. Estos ejemplos son aplicables de la misma manera a las mujeres.


EQUILIBRAR LOS DOS PRINCIPIOS DENTRO DE CADA INDIVIDUO
La manifestación de los principios masculino y femenino en la vida interior de cada individuo es una parte sustancial de la realización personal. Debes estar especialmente atento a estos principios dentro de tu trabajo sobre ti mismo.

La verdadera espiritualidad debe convertirlos en hombres y mujeres completos en el mejor sentido y en todos los niveles de su existencia. Su crecimiento inevitablemente armonizará estos niveles. Pero cada uno debe descubrir mediante el auto- examen de qué modo y en qué sentido existe una falta de armonía o un desequilibrio. Cuando seas capaz de amar verdaderamente, estos principios se expresarán en ti de manera total. O por decirlo de otra manera, la deliberada activación del poder creativo en su máximo potencial, gracias a que ya no temes tu propia destructividad y a que tienes confianza en los poderes universales para que terminen adecuadamente lo que de manera voluntaria pusiste en movimiento, no tendrás miedo de entregar a tu ego voluntarioso a un poder superior, siendo entonces capaz de amar. Todo lo que hagas con este ánimo será creativo y combinará los dos aspectos de la creación.

El deseo de dar a la vida nunca estará amenazado por el empobrecimiento de ti mismo, sino todo lo contrario.

El hombre amoroso activará un poder sublime en él y en su pareja con el propósito de enriquecer a ambos. La confianza que su mujer tiene en él estará garantizada permitiendo que su entrega sea acertada y digna, lo cual fortalecerá su personalidad. El abandono de su determinado ego será una experiencia deseada que no tiene por qué temer, y la activación de él se vuelve entonces algo enormemente enriquecedor para los dos.

Esto es algo muy diferente del tipo de activación que el hombre pseudo-controlador. Él sólo tiene una actitud que oprime a la mujer con el fin de exaltarse a sí mismo haciendo que ella justificada y razonablemente tema entregarse. De este modo él está obstaculizando el desarrollo de ella como mujer.

La entrega de la mujer enamorada realza el dominio de la auto-activación de su compañero. Ella estimula la realización completa de su persona sin competir con su activación porque esto ya no constituye una amenaza, pero su receptividad no debe ser confundida con la pasividad paralizada que no es sino una distorsión de una feminidad sana.

La actividad pulsante del alma en el estado receptivo de permitir que las cosas sigan su curso, el estado de ser y de entregarse, es una fuerza vibrante que contribuye a la masculinidad y a la fuerza de su pareja.

La mente pone en acción a la voluntad y define los pasos que se deben dar, al tiempo que llama a una sabiduría superior interna. Todas éstas son verdaderas actividades con sus propias características. Pero una vez dados estos pasos, el principio receptivo debe ponerse a trabajar, una vez que estas fuerzas han sido activadas, la entidad debe dejarlas que fructifiquen. La persona que no es capaz de esperar a que esto suceda, sino que quiere resultados inmediatos y los atribuye únicamente a su activación, viola el principio femenino de la creación en cuestión. De este modo es imposible que haya éxito, o tal vez lo habrá hasta ahí, en donde los dos factores pudieron funcionar.

Una semilla que se siembra no puede sacarse inmediatamente convertida en planta. Se le debe dar tiempo para que germine dentro de la tierra hasta que aparezca el brote. Las leyes agrícolas demuestran maravillosamente la totalidad de los dos aspectos de la creación. El Pathwork es un acto creativo deliberado de este tipo, y utiliza los dos principios en la misma medida. Benditos sean, amigos míos, cada uno de ustedes. Encuentren nueva fuerza y nuevos estímulos en estas palabras y que una nueva apertura de puertas les ayude a salir de donde han estado obstruidos. Tal vez mis palabras encontrarán un eco en su corazón capaz de echar a andar dentro de ustedes algo que les haga desear activar aún más su búsqueda en la dirección que conduce a la profundidad de su ser. Una vez que hayan enfrentado, aceptado, comprendido y eliminado los obstáculos, sus más altos poderes creativos podrán empezar a desarrollarse.



Extracto del libro: "Del miedo al Amor". El Metodo Pathwork para transformar la relación de pareja
Por: Eva Pierrakos - Judith Saly

septiembre 03, 2010

Elogio a la mujer brava - de Héctor Abad

Estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. A los hombres machistas, que somos como el 96 por ciento de la población masculina, nos molestan las mujeres de carácter áspero, duro, decidido. Tenemos palabras denigrantes para designarlas: arpías, brujas, viejas, traumadas, solteronas, amargadas, marimachas, etc. En realidad, les tenemos miedo y no vemos la hora de hacerles pagar muy caro su desafío al poder masculino que hasta hace poco habíamos detentado sin cuestionamientos.

A esos machistas incorregibles que somos, machistas ancestrales por cultura y por herencia, nos molestan instintivamente esas fieras que en vez de someterse a nuestra voluntad, atacan y se defienden. La hembra con la que soñamos, un sueño moldeado por siglos de prepotencia y por genes de bestias (todavía infrahumanos), consiste en una pareja joven y mansa, dulce y sumisa, siempre con una sonrisa de condescendencia en la boca. Una mujer bonita que no discuta, que sea simpática y diga frases amables, que jamás reclame, que abra la boca solamente para ser correcta, elogiar nuestros actos y celebrarnos bobadas. Que use las manos para la caricia, para tener la casa impecable, hacer buenos platos, servir bien los tragos y acomodar las flores en floreros.

Este ideal, que las revistas de moda nos confirman, puede identificarse con una especie de modelito de las que salen por televisión, al final de los noticieros, siempre a un milímetro de quedar en bola, con curvas increíbles (te mandan besos y abrazos, aunque no te conozcan), siempre a tu entera disposición, en apariencia como si nos dijeran “no más usted me avisa y yo le abro las piernas”, siempre como dispuestas a un vertiginoso desahogo de líquidos seminales, entre gritos ridículos del hombre (no de ellas, que requieren más tiempo y se quedan a medias).

A los machistas jóvenes y viejos nos ponen en jaque estas nuevas mujeres, las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan y por eso seguimos soñando, más bien, con jovencitas perfectas que lo den fácil y no pongan problema. Porque estas mujeres nuevas exigen, piden, dan, se meten, regañan, contradicen, hablan y sólo se desnudan si les da la gana. Estas mujeres nuevas no se dejan dar órdenes, ni podemos dejarlas plantadas, o tiradas, o arrinconadas, en silencio y de ser posible en roles subordinados y en puestos subalternos. Las mujeres nuevas estudian más, saben más, tienen más disciplina, más iniciativa y quizá por eso mismo les queda más difícil conseguir pareja, pues todos los
machistas les tememos.

Pero estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. Ni siquiera tenemos que mantenerlas, pues ellas no lo permitirían porque saben que ese fue siempre el origen de nuestro dominio. Ellas ya no se dejan mantener, que es otra manera de comprarlas, porque saben que ahí -y en la fuerza bruta- ha radicado el poder de nosotros los machos durante milenios. Si las llegamos a conocer, si logramos soportar que nos corrijan, que nos refuten las ideas, nos señalen los errores que no queremos ver y nos desinflen la vanidad a punta de alfileres, nos daremos cuenta de que esa nueva paridad es agradable, porque vuelve posible una relación entre iguales, en la que nadie manda ni es mandado.

Como trabajan tanto como nosotros (o más) entonces ellas también se declaran hartas por la noche y de mal humor, y lo más grave, sin ganas de cocinar. Al principio nos dará rabia, ya no las veremos tan buenas y abnegadas como nuestras santas madres, pero son mejores, precisamente porque son menos santas (las santas santifican) y tienen todo el derecho de no serlo. Envejecen, como nosotros,* y ya no tienen piel ni senos de veinteañeras (mirémonos el pecho también nosotros y los pies, las mejillas, los poquísimos pelos), las hormonas les dan ciclos de euforia y mal genio, pero son sabias para vivir y para amar y si alguna vez en la vida se necesita un consejo sensato (se necesita siempre, a diario), o una estrategia útil en el trabajo, o una maniobra acertada para ser más felices, ellas te lo darán, no las peladitas de piel y tetas perfectas, aunque estas sean la delicia con la que soñamos, un sueño que cuando se realiza ya ni sabemos qué hacer con todo eso.

Los varones machistas, somos animalitos todavía y es inútil pedir que dejemos de mirar a las muchachitas perfectas.. Los ojos se nos van tras ellas, tras las curvas, porque llevamos por dentro un programa tozudo que hacia allá nos impulsa, como autómatas. Pero si logramos usar también esa herencia reciente, el córtex cerebral, si somos más sensatos y racionales, si nos volvemos más humanos y menos primitivos, nos daremos cuenta de que esas mujeres nuevas, esas mujeres bravas que exigen, trabajan, producen, joden y protestan, son las más desafiantes y por eso mismo las más estimulantes, las más entretenidas, las únicas con quienes se puede establecer una relación duradera, porque está basada en algo más que en abracitos y besos, o en coitos precipitados seguidos de tristeza.

Esas mujeres nos dan ideas, amistad, pasiones y curiosidad por lo que vale la pena, sed de vida larga y de conocimiento. ¡Vamos hombres, por esas mujeres bravas!


por Héctor Abad

Héctor Abad nació en Colombia en 1958 y se recibió en Literatura moderna en Italia. Regresa a Colombia en 1987 cuando un grupo paramilitar asesina a su padre (médico defensor de derechos humanos y fundador de la que ahora es la facultad de medicina), pero vuelve a Italia por amenazas recibidas. Regresa en 1993, aproximadamente, y en la actualidad reside en Bogotá.