Les comparto una mirada sensible, profunda, amorosa y a mi entender muy sanadora, sobre el final de las relaciones. El texto es un resumen y una libre traducción del libro de Thomas Moore, Soul Mates.
Sombras de la intimidad - Finales
El fin de una relación es tan misterioso como sus comienzos. En los orígenes de la relación frecuentemente el destino juega un rol importante, y a medida que pasa el tiempo, el destino continúa dándole a la relación sus giros inesperados. Sin embargo cuando un matrimonio termina, tendemos a buscar causas racionales para culpar a una de las partes por cometer el crimen de finalizar el vínculo.
Si vamos a honrar al alma en las relaciones, tendremos que hacerlo también, mismo si fuera necesario, a través de su final. (…) Culpar al otro por el fin de la relación es entendible, como una manera de evitar el dolor causado por las inexorables, y a veces inhumanas demandas del destino, pero al evitar el dolor es probable que nos condenemos a años de ser perseguidos por las mismas emociones e imágenes de las que estamos intentando escapar.
(…) El alma en una relación no solo está contenida en cada individuo, también está contenida en la relación en sí misma. Culpar al otro por el fin de la relación pasa por alto el espíritu que ha sido modelado desde el impulso inicial del amor. La amargura alrededor del fin de una relación puede emerger de una gran lucha del ego contra el destino, de la voluntad individual contra los factores impersonales. Podemos creer que queremos más que nada en el mundo que la relación continúe, pero la relación en sí misma generalmente señala sus limitaciones, como los signos de la vejez señalan la muerte.
Parte del dolor que sentimos en el cierre de una relación es que evoca memorias de otros finales, o de temáticas de cierre en si mismas. Es entendible que estemos reacios a entrar en esos profundos sentimientos que nos recuerdan a la muerte en todas sus formas.
(…) No es inusual que sólo uno de los compañeros vea que la relación está terminada. Esa persona entonces puede que pase a través de la terrible lucha y el doloroso proceso de decisión para forzar un cambio que jamás hubiese deseado. El otro es probable que encuentre extremadamente difícil reconocer las mismas señales, o quizás encuentro difícil tolerar el destino y salga a culpar al otro por causar el fin de la relación.
(…) Como con la muerte, otros tipos de finales pueden aparecer de la nada y contradecir todo lo que consideramos valioso y verdadero. La Muerte nos desconcierta en el momento que aparece y también nos desconcierta con su aparente indiferencia a los planes y deseos humanos; el fin de una relación puede de una manera similar, lanzarnos a las interminables preguntas sobre su significado. (…) Quizás podríamos prepararnos para los cambios de destino de una relación, incluyendo el final, a través de tener una visión que no se limite a las necesidades y preocupaciones personales. Honrar el misterio en una relación nos permite poner nuestra voluntad sobre su forma y duración en un contexto mayor, y podemos así entregar parte de nuestra ansiedad y esfuerzo.
Puede pasar que cada persona juegue un rol distinto de la muerte en el cierre de la relación; uno siente la necesidad de seguir adelante, y el otro siente la pérdida y el abandono. Esta es una condición que la psicología arquetípica llama “arquetipo dividido”: la realidad tiene dos partes, pero en cambio de que la persona experimente las dos, las dos partes están divididas entre las dos personas. Desafortunadamente, el alma desaparece en esta división, por que ninguna de las dos personas puede sentir la genuina tensión que la vida ha introducido. De hecho, la división sirve como una protección contra las necesidades del destino y la voluntad mayor. En estas situaciones es útil considerar que parte del misterio uno ha perdido o le ha dado al otro. Tomar el todo, es una manera de recuperar el alma.
El mejor consejo para las personas que no pueden terminar una relación no satisfactoria puede ser dejar de esperar algo de la otra persona. Probablemente lo que sea que es nunca vendrá, y la dinámica de enfocar la atención en el otro puede ser una forma de mantener al alma acorralada. No es la otra persona que tiene que ser nuestro foco, si no el alma misma, con todos sus misterios e iniciativas.
Generalmente asumimos que una vez que dos personas se han unido, no deberían separarse; sin embargo las relaciones están siempre terminando, y la gente se distancia naturalmente mientras se abren nuevas conexiones. No estoy sugiriendo que simplemente deberíamos ser realistas y aceptar la amarga verdad de que las relaciones acaban; el sentido que vayan a seguir para toda la vida es parte de hacer nuevas conexiones. Pero cuando Si acaban, puede que tengamos que enfrentar la oscura y demandante voluntad de los dioses, que muchas veces va en contra de la voluntad humana. Podemos llevarnos la lección a casa y guardarla en nuestros corazones – la vida es un constante intercambio entre la voluntad humana y la divina providencia. Necesitamos el coraje para planear y crear vida, tanto como la piedad del tipo mas profundo en relación a los misterios que la sostienen. Se nos pide a cada uno de nosotros que seamos al mismo tiempo existencialistas y piadosos, responsables y receptivos, prácticos e inmensamente imaginativos.
(…) La pérdida del amor y la intimidad puede ser una profunda forma de iniciación. Paradójicamente, iniciación significa comienzos, y sin embargo las iniciaciones más poderosas implican siempre algún tipo de muerte. (…) La idea de que una relación que se termina es una iniciación no es sólo una metáfora. El dolor de la ruptura de una relación es el dolor que siente el neófito cuando está siendo iniciado en nuevos niveles de conciencia. Es un movimiento arduo hacia fuera de lo pragmático, fuera de la actitud auto-suficiente, y hacia una sensibilidad religiosa, una conciencia de dependencia última y un vivir realmente responsable. Uno descubre una y otra vez en ese dolor que la responsabilidad no es puramente subjetiva, o una posición activa; incluye un reconocimiento de los factores misteriosos que influencian y estructuran nuestra vida diaria. A través de estas iniciaciones, nos movemos hacia la sensibilidad de lo sagrado. A través de experimentarlas plenamente, nuestra propia postura hacia la vida puede cambiar de estar centrados en el ego a una genuinamente religiosa manera de vivir.
(…) Sostener un final –muerte del alma- sin las defensas de la culpa, las explicaciones, o las resoluciones permite al alma alcanzar nuevos niveles de existencia, que solo las iniciaciones pueden ofrecer. En el mundo del afuera el logro hasta puede parecer como una derrota, pero para el alma, las experiencias de muerte como estas son el verdadero camino hacia nuevos comienzos.
(…) Todos los cierres tienen el potencial del comienzo y todos los comienzos llevan la potencial semilla del cierre. El estilo de vida “premeditado” siente el final como una contradicción, pero la imaginación del espíritu, construida de pequeñas iniciaciones, mira desde un diferente sentido de tiempo, reconociendo que los comienzos y cierres traen uno al otro una manera misteriosa que solo puede ser apreciada con una sensibilidad que puede captar la sagrada dimensión de la vida diaria.
(…) Muchas veces al final de una relación una persona pensará, “hay algo malo en mi, no puede tener una relación duradera, otras personas están felices juntas, mientras que yo estoy condenado a la soledad”. Seguramente los sentimientos de depresión y desilusión que acompañan los cierres son apropiados, y si no se toman literalmente y personalmente, hay hasta un nivel de verdad en estas reacciones. El sentimiento de ser inadecuado puede ser una respuesta a una conciencia de nuevos niveles de relacionarse y ser y hay veces que puede ser que necesitemos sentirnos inadecuados. Pero el hundirnos literalmente en esos sentimientos puede interferir con la iniciación que está siendo ofrecida. En cambio de decir “yo” no soy capaz de tener intimidad –un sentimiento narcisista que no nos lleva a ningún lado- podríamos decir, “mi alma está pidiendo mas de mi en las relaciones, tengo la oportunidad ahora de estar cerca de otra persona en una manera mas profunda”.
(…) No hay nada malo en pensar a donde he “fallado” en la relación. El problema aparece solo cuando ese examen se vuelve en una auto compasión crónica y en auto-enjuiciamiento narcisista. El examen de conciencia, un rito asociado con la iniciación, no tiene nada que ver con el auto-enjuiciamiento masoquista; es el alma en una honesta exploración de si misma.
(…) Si resistimos el dolor de la separación, cortamos la posibilidad de una iniciación. Si abrazamos el dolor, no solo encontramos un comienzo que no es simplemente una repetición de las experiencias anteriores, si no que también podemos encontrar el consuelo de saber que de una manera misteriosa, actuado por el destino y no por la intención humana, la relación ha sido completada. En la vida puede ser un fracaso, pero para el alma la relación ha llegado a su término exitosamente.
(…) Divorcio y desvío/”diversion”, están íntimamente relacionadas, ambas vienen del latín divertere. Esta etimología sugiere que el divorcio no es un fracaso de las partes en mantener sus compromisos, si no una evidencia de la tendencia del destino de llevarnos en direcciones diferentes.
(…) Si pudiésemos sentir la seriedad de nuestra imaginación, no necesitaríamos racionalizar todo para poder llegar a las decisiones de la vida sin culpa, y nuestras decisiones no se sentirían tan incompletas si las hiciéramos conectados a nuestra alma, dándole autoridad a la intuición y a las expresiones que vienen de nuestro interior.
El futuro de nuestras relaciones pasadas
(…) Aparentemente hay algo en cada relación que es eterno, que continúa por siempre, que quiere ser eximido de las decisiones de la vida de cortar lazos.
(…) Hay solo unas cuantas personas que llegamos a conocer en nuestras vidas, y aun un número menor con quienes llegamos a vivir íntimamente. Estas relaciones son importantes para el alma, cualquier sea la decisión que tomemos en el mundo. Nos inician a nosotros mismos. Dan forma a nuestra vida, no sólo a la historia de nuestra biografía, pero si no también al carácter de nuestra alma. En la vida el cambio y el olvido pueden dar la impresión de que las relaciones son temporarias y condicionadas a los eventos del tiempo, pero para el alma, el recuerdo y la conexión eterna son más importantes.
(…) El fin de una relación es un tiempo de emociones difíciles, fantasías desafiantes y vulnerabilidad extrema. Es también un momento crucial para el alma, una oportunidad para que aparezca un nuevo nivel de apertura o un retiro a la rigidez. Si pudiésemos pensar en el alma, y no sólo en la personalidad o en nuestra protección emocional, podríamos encontrar que el final es una puerta que se abre a un mundo desconocido y prometedor. También podríamos descubrir que es posible en un final danzar con los ritmos y el camino del destino, y no sólo sobrevivir, si no entrar en un mundo desconocido de vitalidad inigualable.
Traducción libre
Del libro Soul Mates - por Thomas Moore